«El hombre no deja de jugar porque se hace viejo. Se hace viejo porque deja de jugar.» George Bernard Shaw
¿Tenemos claro cuál es el verdadero poder del juego?
Jugamos para aprender cuando somos niños, es ahí cuando jugar es nuestro derecho. Es también durante nuestros años de juego donde formamos la mayor parte de nuestra psiquis y nuestros hábitos. Las costumbres, el idioma, los vínculos…. los construimos a través del juego.
A medida que vamos creciendo, es como si ese derecho se fuera desvaneciendo y ya no estuviéramos autorizados a jugar más.
Pero no es más que jugando, en donde nuestra cabeza logra soltar los mandatos y las presiones. Es jugando donde aparecen ideas nuevas, donde nos permitimos testear y prototipar, y es jugando donde el tiempo deja de preocuparnos.
Resignificar al juego como medio de foco y atención es algo que me fascina desde hace años. Al igual que la risa, son dos de mis formas favoritas de vinculación con cualquier ser humano, y en cualquier ámbito.
En el ámbito profesional, hace poco tiempo que se empezó a «autorizar» el juego como parte del desarrollo profesional. Facilitadores y educadores no paran de crear dinámicas en donde el juego es el protagonista, y los resultados de esos encuentros son mágicos.
Las cosas que se aprenden jugando, dejan una huella mucho más fuerte que lo que podemos leer en un libro. La experimentación en conjunto con el placer y la curiosidad que despierta el juego, potencian la motivación y la creatividad hasta el infinito.
El futuro del trabajo marca una fuerte demanda en el aprendizaje continuo. En el mundo VUCA, necesitamos actualizar nuestras habilidades, aprender y desaprender todos los días.
Si queremos que eso sea posible, evitar el burnout y ver resultados potenciales, hay una sola receta posible. A jugar se ha dicho.
Encantada de compartir contigo enseñanzas de Río Abierto.
No detengas el río.
Gracias Arantxa!! A seguir navegando juntos <3